Yayo Herrero: “El ecologismo y el feminismo cuestionan los privilegios, y eso incomoda a los sectores dominantes”

La activista reivindica el papel del ecofeminsimo para un cambio de modelo productivo en la Trobada de Joves amb Iniciativa-Compromís.

Una de las ideas claves del feminismo afirma que lo personal es lo político. Yayo Herrero (Madrid, 1965) parece conocer bien esta máxima y deja entrever sus vivencias y personalidad en su fuerte y contundente discurso. A su paso por la trobada de Joves amb Iniciativa-Compromís, la que fuera coordinadora de Ecologistas en Acción durante nueve años define el ecofeminismo como un diálogo entre el ecologismo y el movimiento feminista que “nos sirve para repensarnos como especie, para replantear nuestra economía, las relaciones con la naturaleza y entre las personas y sobre todo, para establecer una actividad política que transforme esas realidades”.

Los cuidados tienen un lugar protagonista en el ecofeminismo

Sí, ponemos en un lugar privilegiado la reproducción cotidiana de la vida, los cuidados de los cuerpos vulnerables, y por supuesto las relaciones con la naturaleza y la dimensión limitada de ésta. 

El trabajo de cuidados ha formado parte tradicionalmente del ámbito exclusivamente femenino ¿Cómo se consigue cambiar esto?

Hacen falta medidas económicas, políticas y culturales. El problema es que está invisibilizado, y la única solución no puede ser contabilizarlo económicamente. Incluso cuando está pagado, el trabajo de cuidados es de los más subordinados y peor remunerados de todo el mercado laboral.

¿Debemos dignificarlo?

Sí, pero también apostar por medidas de carácter económico y político que lo pongan en valor. Si el trabajo de cuidados estuviera bien reconocido y remunerado, los hombres querrían hacerlo. El problema viene por la división entre lo público y lo privado en nuestra sociedad. La familia forma parte del ámbito privado, y se convierte así en la gran corporación del patriarcado.

¿Y cómo se consigue que las mujeres salgamos de esa esfera de lo privado?

Hay que desarrollar políticas de corresponsabilidad. La conciliación ha favorecido que las mujeres puedan acceder al mercado laboral, pero se siguen ocupando en solitario del trabajo de cuidados. Hay que conciliar la vida, pero en términos de corresponsabilidad, de forma que sean hombres y mujeres quienes compartan estas tareas imprescindibles para que exista la vida.

La conciliación ha favorecido que las mujeres puedan acceder al mundo laboral, pero se siguen ocupando en solitario del trabajo de cuidados”

¿Debemos dejar entonces que sean los hombres quienes se encarguen de las tareas de cuidados?

Si no es así, las mujeres que acceden a cargos públicos cargan con esa “doble jornada” o han podido desvincularse de los trabajos de cuidados encargándolos a mujeres migrantes o más empobrecidas. La solución debe venir por una reorganización de los tiempos para todos y todas.

¿Por qué el ecologismo o el feminismo no han conseguido construir un discurso mayoritario?

El movimiento feminista y el ecologista quitan privilegios a sectores dominantes. Cambian la perspectiva sobre muchas cosas que se han tomado por deseables no solo por personas conservadoras, sino también por gente de izquierdas que ha incorporado esas mismas miradas sobre el progreso y el bienestar. Por ejemplo, si denunciamos cómo funciona el patriarcado y cómo somete a las mujeres, los hombres pierden sus privilegios, y a nadie le gusta quedarse sin beneficios.

¿Y el ecologismo?

Con el ecologismo social pasa algo parecido. Tomar nota de la profunda crisis ecológica que vivimos significa necesariamente aprender a vivir con menos. Nos hace poner en cuestión valores hegemónicos sobre el bienestar, la libertad, la legitimidad de cualquier deseo…

¿Cómo se puede poner la sostenibilidad ambiental en el centro de la economía?

La clave es repensar la economía a través de tres preguntas, qué necesidades tenemos que satisfacer, cuáles son las producciones que son necesarias para satisfacerlas y por último, cuáles son los trabajos socialmente necesarios para generar esas producciones.

¿Cómo sería ese nuevo modelo productivo basado en estas preguntas?

Estaría orientado a la disminución de la huella ecológica y la reducción de los gases de efecto invernadero. Nos podríamos centrar en un modelo de transporte alternativo, fijar la atención en las energías renovables, en una construcción y rehabilitación energética de edificios… Hay todo un marco de producciones que tienen que venir de la mano de la distribución la riqueza y de una reorganización de los tiempos de trabajo.

Esta reorientación de la economía tocaría los beneficios de muchos sectores privilegiados.

Ese es el mayor problema. Hay muchos poderes económicos que se van a sentir atacados y nos van a poner muchas trabas. E incluso también personas que votaron esa opción política pero no tenían interiorizados los cambios necesarios. Hay que hacer muchísima pedagogía.

Venimos de unos años con muchas protestas sociales, y el detonante principal fue la crisis económica, ¿el movimiento ecologista tiene tener respuestas para revertir esta crisis?

La solución debe venir del diálogo, pero sin una salida ecológica no hay salida. Muchas de las realidades de las que la gente fue consciente a partir del 15M las denunciábamos los ecologistas desde hace décadas. Nosotros llevábamos muchísimo tiempo luchando solos. La metáfora del crecimiento y la producción está tan metida en la cabeza de la gente que cuesta horrores hacer entender que no que no podemos volvemos a lo de antes.

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